Acabo de terminar de leer el libro de Álvaro Lozano La Alemania Nazi. 1933-1945 (Marcial Pons, 2008). Una lectura muy recomendable para tener una visión de conjunto de esa época.
Lo que más me ha sorprendido es el caos gubernamental en el que Hitler sumió a Alemania. Así se pone de manifiesto en el capítulo 5 «¿Un dictador débil? El Estado nazi». Hitler no se preocupaba de dirigir el Gobierno y la Administración. Las cuestiones burocráticas no le interesaban (se la traían bastante al pairo). Eran los ministros quienes tenían que poner en práctica la «voluntad del Führer». El problema era que en muchas ocasiones no estaba claro cuál era esa voluntad, porque Hitler apenas dictaba órdenes y sus directrices eran confusas. A veces se limitaba a firmar lo que le ponían por delante, sin revisar su contenido. En definitiva, cada uno interpretaba a su manera la voluntad del Führer, en ocasiones de manera contradictoria.
Álvaro Lozano afirma «Para un Estado totalitario Hitler gobernó Alemania de forma sorprendentemente caótica. No tenía ninguna experiencia en la administración o el gobierno. Un chiste popular en la Alemania del período señalaba que el primer trabajo real de Hitler fue su nombramiento como canciller».
Esta ausencia de dirección por parte de Hitler dio lugar a una fuerte rivalidad entre los ministros. Y también entre las diferentes instancias de poder: las SS, el partido nazi, el ejército y los principales grupos industriales. La situación interna del Estado nazi se ilustra bien con en el siguiente párrafo: «Se ha definido al Estado nazi como una guerra de todos contra todos que enaltecía la posición de Hitler como fuente de toda autoridad. Ribbentrop, ministro de Asuntos exteriores, odiaba a Goering, el jefe de la Luftwaffe. Éste desconfiaba del arquitecto Speer, quien temía a Himmler, el jefe de las SS, quien, a su vez, odiaba al jefe del partido, Bormann, quien odiaba al ministro de Propaganda, Goebbels, quien odiaba a Ribbentrop en un círculo vicioso sin fin.»
El caos administrativo se agudizó con la invasión del este de Europa en la II Guerra Mundial. De hecho, se ha considerado que la descoordinación administrativa fue «un factor determinante» de la derrota del ejército nazi.
Ese caos administrativo general no impidió que en algún ámbito sí se actuara con especial eficacia. El caso paradigmático fue el Holocausto- Entre seis y siete millones de judíos fueron asesinados con «eficiencia industrial», en «un montaje en cadena» dedicado a producir muertos.